1. Intenta evitar los peligros de la carretera
Es más fácil decirlo que hacerlo, sobre todo cuando conduces a gran velocidad o en la oscuridad, pero si eres capaz de esquivar objetos punzantes como cristales o piedras, reduces el riesgo de daños no deseados en los neumáticos. Ahora bien, apartarse del camino de los objetos no siempre es lo más seguro, así que no sacrifiques tu seguridad general por el bien de tu neumático, pero si puedes pasar alrededor de un objeto en lugar de sobre él, opta por esa opción. Si pasas por encima de un objeto punzante, o si notas u oyes algo que no suena bien, detente lo antes posible para comprobar los neumáticos y su presión.
2. Mantén la presión de los neumáticos
Es tentador pensar que un vistazo rápido a tus 4 neumáticos es una medida suficiente de la presión de los neumáticos, pero ni siquiera los mecánicos expertos pueden evaluar correctamente de esta manera. Para comprobar la presión de los neumáticos, tendrás que utilizar un manómetro para asegurarte de que están inflados adecuadamente. Aunque puedes hacerlo en un taller, puede merecer la pena invertir en tu propio manómetro, porque es muy recomendable realizar comprobaciones periódicas, sobre todo antes de un viaje largo. Procura comprobar los neumáticos una vez al mes.
3. Rota los neumáticos con regularidad
Rotando tus neumáticos con regularidad, conseguirás que se desgasten al máximo. La razón es que cada vez que tu neumático se asiente sobre una rueda distinta se desgastará en una zona ligeramente diferente. Esto se conoce como desgaste uniforme. Se recomienda rotar los neumáticos aproximadamente cada 8.000 km (5.000 mi).
4. Comprobar la alineación del coche
Más habitual de lo que crees, la parte delantera de tu coche puede desalinearse fácilmente si golpeas un bache o una rampa a gran velocidad. Si esto ocurre, puede afectar rápidamente al estado de tus neumáticos, así que asegúrate de visitar regularmente un taller para comprobar que tu coche sigue recto como una flecha.
5. Inspecciona el dibujo de los neumáticos
Acostúmbrate a comprobar regularmente los neumáticos en busca de señales de daños: cortes, rajas, pinchazos o incluso clavos. Al mismo tiempo, busca desgaste irregular en la banda de rodadura. Puede tratarse de un desgaste alto o bajo, o de zonas inusualmente lisas. Asegúrate de cambiar los neumáticos si la banda de rodadura está desgastada más de un cuarto de pulgada.